11/25/09


Da igual cuantas cerillas tenga que desperdiciar para conseguir encender el gas al hacer café por las mañanas, la primera siempre se me acaba consumiendo hasta quemarme la yema del dedo, despertándome, la segunda se me suele caer al suelo y la tercera exige toda mi concentración y precisión para tener el gas pulsado, la cerilla cerca y mi dedo lejos. Lo importante es el olor a café recién hecho que habrá en la cocina unos cuatro minutos después.
No importa cuantas sábanas blancas se me tiñan de verde manzana en la lavadora o incluso cuántas veces tenga que volver a poner esa lavadora porque se me olvidó tenderla la vez anterior. Lo más importante es el olor a suavizante final.
Tampoco tiene demasiada relevancia que por la mañana se abran las ventanas, a pesar de los posibes 5ºC externos, el olor a humedad parece inaugurar los días.
A eso me dedico últimamente, a gastar cerillas, poner lavadoras y pasar frío, con tal de impregnarme de olores que no pertenezcan a nadie.

1 comment:

fotocivico said...

pues iremos a ese pub y pediremos café asi no tendras que gastar tantas cerillas para olerlo.