Así estaba. Encerrada en una atmósfera que parecía estar más sobrecargada que nunca de CO2 cuando lo que respiraba no eran gases tóxicos sino partículas de realidad conformista. La inhalaba guiñando los ojos y haciendo estragos. Era como si nunca hubiera respirado ese aire antes, cuando en verdad había estado dieciocho años de mi vida haciéndolo.
Y miraba al cielo, y ahí estaba, dejándose ver, azul, ahora irritante.
No reconocía lugares y ni me molestaba en reconocerlos. Indignante. Tampoco entendía por qué las tiendas abrían a las diez de la mañana, odiaba la idea de malgastar horas de luz, ni por qué la noticia más importante del país era la nueva imagen de una mujer tras una operación de cirujía estética, cuando el resto de la gente, y bueno ella también, pero ahora más guapa, están hundiéndose en el fango y en dirección a la presidencia Europea.
Sentía ganas de darle una palmdita en la espalda a España y huir otra vez.
Y qué bien se respira aquí, oye.
2 comments:
Tu blog, es maravilloso.
que bien te sentó la distancia :)
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